Esta tragicomedia diaria de una o muchas mujeres comunes, cualquiera sea su profesión, puso en el tapete “el cuerpo y su estrecha relación con la mente” y gracias a Dios y a todos los Santos, vemos como avanza la idea del cambio.
Una famosa marca de cosmética lanzo su última campaña publicitaria usando como modelos a bellas mujeres “normales”, con caderas voluptuosas, tobillos no tan finos y pancita ¡ALELUYA!
Lo mismo está ocurriendo en el sector de la indumentaria, importantes diseñadores incorporan en sus pasarelas diosas de 60 años o más. Entonces chicas¡¡ ARRIBA EL ANIMO!!
Cada momento de la historia del hombre nos muestra un ideal femenino predominante.
Desde la Creta milenaria, la escultura de la Parisina nos está marcando por y para siempre ese icono soñado, cintura estrecha, senos apreciables y caderas surgentes. Una y otra vez, ya sea con la ayuda de tontillos y verdugados renacentistas, miriñaques del rococó o polisones y corsé de la Belle Epoque, las pautas están dadas y la silueta de reloj de arena, odiada o amada según la época, será la inspiración de los marcadores de tendencias.
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Y así pasan los años (diría la canción) y casi la tenemos………… ¡SI! Esa imagen de mujer que esperamos marque las pautas de un nuevo modo de ser y pensar, una fémina actual, madura, sana, activa y conforme con lo que natura le dio. Opina Squicchiarino: “ Sentirse protagonista de la propia transformación, de la mejora del aspecto externo a través de una estrategia que tienda a evaluar los puntos débiles y los puntos fuertes para corregir los primeros y valorar los segundos, proporciona también el placer estético de admirar en la propia imagen reflejada una nueva y palpitante creación de uno mismo”.
Mary Capitani